martes, 6 de octubre de 2009

Tito Manfred - Breve historia de un pendejo descariñado


Tito Manfred - Breve historia de un pendejo descariñado

En un tiempo grabado a fuego en mi plumaje de pájaro estremecido bajo una lluvia imposible, fundé una patria amurallada en la discoteque más idiota y solitaria de mi aborrecido San Marcos de Arica(1).

Yo era muy niño, tan niño como ahora, y me hacía feliz contemplar el castillo acursilado en que había convertido la fría piedra de mis palabras. No era casualidad que hubiera espacio para dos, pero mi cama nunca perdió la aridez. En el fondo, muy en el fondo, siempre supe que Gabriela jamás vendría.

Mi ingenuidad era tal que a veces me daba por imaginar que mi pequeño país inventado tenía alas que me llevarían sin escalas a Puerto Montt, donde la pendeja que amé aguardaba mi llegada cuchareando con otro quiltro el pebre que preparó detrás de mi cabeza.

Después de la traición, Patria Esteparia se cayó a pedazos y hoy sólo quedan escombros que no pretendo siquiera barrer, porque ahora vivo lejos de allí, en mi Fría Ciudad en Llamas, y desde aquí no profeso la religión del olvido, pero sí doy vuelta la página y comienzo a escribir la Historia Feliz de mi Tristeza.

(1) Ciudad de la Eterna Primavera, en cuyos intestinos sólo conocí el invierno.



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