Esos niños del corro moreno,
los del Ande de azul comarcano,
traerán su ilusión hasta el llano
cuando bajen los ríos de enero.
Vendrá el niño cantor de Charagua,
cuya voz es afluente del viento,
y ha de hacerse poema su aliento
cuando llegue el pastor de Aconcagua.
Con las hijas del Sol de Chiclayo
danzaran los del Lauca nativo,
los zagales de Oruro festivo
harán ronda a una flor de Huancayo.
A la fiesta fecunda de ensueño
las vicuñas vendrán desde el risco
y sabrán que es de miel el aprisco
en el alma del corro puneño.
Desde el lampo de aurora propicia,
que los cóndores bruñen al vuelo,
cual torcaza sedienta de cielo
nacerá la palabra nutricia.
En el cántaro azul de la raza
se unirán los idiomas entonces,
que los niños no tienen mas voces
que su amor, su reír y su danza.
Mas si brotan ortigas matreras
los retoños el gris sufrirán,
y hacia el alto de luz tornaran,
hacia el alto de luz sin fronteras.
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