¡Grotescos!
Brusquedad de animal herido
Que roe las entrañas más sensibles entre mis costillas.
Pues es que nace algo de tu mirada
Que carcome todo a su paso;
Vuelve infames a los oídos,
A los que escuchan tan sólo palabras.
Del color, de la forma, eso no importa,
Solamente el golpe que recibo
Como tratándose de un enemigo acérrimo;
Como si sanaran a un ciego de un momento a otro
Y al mismo tiempo fuese puesto en un cuarto
Lleno de luz.
¡Qué importa si el otro apenas pueda soportarlo!
Y que luego sus gemelos se claven en el piso
Amedrentados y etéreos.
A aquéllos, a los tuyos, sólo les interesa saciarse
Y sentirse venerados.
A tus ojos, a la vitrina inmensamente alumbrada
De tus más raros deseos; a esos círculos
Que no sé si serán dos
O miles,
Y si es que pestañean o yo me estoy cebando.
Les temo, pero a lo sucesivo los necesito más que a todo
Y daría hasta mis palabras
Para que sus rayos me destrocen las sienes,
Que su vida propia caliente mis manos congeladas.
¡Se parecen al sol de mediodía cuando se le mira directamente!
Como si al unísono se pudiesen distinguir
Todos los colores que conforman el blanco.
A ellos, sólo a ellos…
Autor: Mauricio Cuadros Quintana
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